Todos hemos tenido esos días en los que parece que nada va bien. El despertador no suena, se nos cae el café en la camisa, el bus se escapa en nuestras narices y cae un chaparrón sin llevar paraguas encima.
Lo más normal es dejarse llevar por los demonios y empezar a jurar en arameo. Y si el sentimiento que se genera no es la ira, sino la tristeza, la pregunta es siempre la misma: ¿por qué a mí? No obstante, en estos casos siempre es mejor tener la moral alta y mantener la positividad ante cualquier contratiempo.
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La importancia de no regodearse en la negatividad
Quedarse anclado en un estado de pesimismo no permite reaccionar y, de hecho, resta energía y ganas de cambiar. Por lo tanto, la receta para empezar a ver las cosas con otros ojos ya empieza mal. Estos dos ingredientes son necesarios y fundamentales para salir del agujero.
Entender esto es muy importante, porque es el primer paso para poder iniciar la remontada. Pero claro, no es fácil hacer un cambio de chip cuando la desesperanza se adueña de la mente.
La meta: actitud positiva

Es mejor centrarse en las soluciones que en los problemas
Tener una actitud positiva quiere decir que alguien se centra exclusivamente en los logros y éxitos que se pueden alcanzar, y no en los fracasos que se pueden conseguir. Es decir, que alguien positivo, cuando hay algún tipo de problema, se centra en encontrar soluciones en vez de quejarse por lo que va mal. Y lo hace sin desanimarse si no encuentra una solución en primera instancia.
Consejos para no verlo todo negro
Si te sientes bloqueado y nada parece ir bien, uno de los primeros que hay que dar es identificar cuál es el problema. Es necesario pensar y tomarse un tiempo para saber a ciencia cierta qué está ocurriendo, los motivos por los que ocurre y cómo se puede cambiar.
Si es algo banal como despertarse tarde, basta con irse a la cama antes y programar un par de alarmas. Pero si la cosa es más seria, como la pérdida de trabajo, una ruptura y problemas económicos, será necesario hacer una reflexión más profunda para comprender el origen de los problemas. Mientras se encuentra la palanca del cambio, hay algunas estrategias que se pueden adoptar.
- Fijarse pequeños objetivos: marcarse metas concretas puede contribuir a tener una dirección, que es importante para encontrar el cambio. Eso sí, tienen que ser objetivos alcanzables.
- Tener cintura: las expectativas altas no son buenas aliadas. Por eso es importante tener adaptabilidad. La vida no va según lo planeado, así que se deben tolerar los giros y baches que pueda haber en el camino.
- Tomar descansos: verlo todo de color negro es agotador. Y si no se sale de ese círculo vicioso, vas a acabar muy quemado y con una perspectiva totalmente distorsionada. Para evitar esto, es recomendable refrescar el cerebro – salir a dar una vuelta, hacer deporte, quedar con amigos – para afrontar la realidad con una mentalidad reseteada.
- Saber que le ocurre a todo el mundo: no eres la primera, ni la última ni la única persona que tiene problemas. Por muy graves que parezcan, siempre hay alguien peor que está intentando salir adelante. No te castigues por verlo todo negativo. No te lo mereces y saldrás adelante, aunque quizás te tome algún tiempo.
- Buscar apoyo: no pasa nada por pedir ayuda cuando te sientes bloqueado. Habla con un amigo o familiar de confianza, o considera la posibilidad de buscar la ayuda de un psicólogo para empezar a trabajar en pos de verlo todo con otros ojos.
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